0.90, publicada en febrero de 2002.
Desaparecida, aunque The Internet Archive guarda una réplica funcional . El código fuente sobrevive en un apartado de Github .
Abandonado por el autor —él dijo en 2012 que las actualizaciones son improbables
—, y por lo tanto por el resto del mundo. Probablemente nunca fue muy popular. En Internet sólo quedan, aparte de su página web oficial, menciones muy esporádicas.
Esc. Virtuales | Menús | Iconos | Temas | Dockapps | At. de teclado | Barra de tareas |
---|---|---|---|---|---|---|
Sí | No | No | No | No | Sí | No |
¡Bienvenidos a AHWM! Sí, la primera vez que lo pones en marcha sale a recibirte con ese cuadro de texto.
Alex Hioreanu, el autor, lo resumía tal que así:
«Yo quería efectuar algunos cambios menores a mi gestor de ventanas. Y en vez de hacer lo razonable y responsable (contribuir en otro proyecto), reinventé el gestor de ventanas. Estoy bastante satisfecho con el resultado».
La principal motivación de Hioreanu fue subsanar algunas limitaciones que, a su juicio, se dan en el manejo del foco cuando éste sigue al puntero del ratón . Y de ahí AHWM, una interfaz de enfoque minimalista que por lo demás se limita a lo suyo, controlar ventanas, sin dar apenas un paso más allá. Aunque sí incluye soporte para diferentes espacios de trabajo —es decir, escritorios virtuales— y un sistema relativamente flexible de atajos de teclado.
Empezaré comentando que la decoración de las ventanas se resume en una simple barra para el título en su extremo superior, con un sencillo relieve para que destaque un poquito y resulte más atractiva. El resto, las aplicaciones propiamente dichas, se dibuja sin ningún adorno, ni siquiera un modesto borde de un píxel. Tampoco existen los clásicos botoncitos de minimizar, maximizar y demás; aunque curiosamente con el código fuente de AHWM sí se incluyen un puñado de imágenes en formato XBM para ellos, así que quizás el autor pensaba añadirlos en futuras versiones del gestor —bueno, ahora que lo leo, el archivo TODO confirma este punto—.
Sin embargo, esa barra del título es multifuncional, un poco como la de Aewm. Dependiendo de qué botón del ratón pulséis sobre ella, sirve para traer ventanas a primer plano y moverlas, maximizarlas o cerrarlas. Otras funciones —cambiar el tamaño de una ventana, por ejemplo— son accesibles mediante atajos de teclado. Los que vienen por defecto son bastante comunes.
Pero con estos detalles AHWM ofrece una libertad considerable de configuración. Para ello existen el fichero oculto ~/.ahwmrc, un archivo de texto con una sintaxis fácil de comprender, y una completa página de manual para orientar al usuario. Hablaré un poco más sobre ello más adelante.
Y ésta es ya una sesión normal de trabajo, con el navegador Opera y otras cosas abiertas. En la configuración que preparó el autor cada escritorio virtual tiene un color distinto.
El código fuente de AHWM es viejo, y su compilación falla con versiones de GCC posteriores a la 3.3. Los errores, sin embargo, resultan fáciles de corregir: sólo hay que añadir unas cuantas etiquetas «break;
» a los archivos move-resize.c (bajo las líneas 797, 1058, 1202 y 1238) y prefs.c (líneas 644 y 841). La gente de FreeBSD preparó un par de pequeños parches que lo hacen automáticamente.
No sabía muy bien qué esperar, porque no conocía nada de AHWM antes de probarlo. En su día descargué el código fuente de algún rincón oscuro de Internet, y durmió durante meses en mi disco duro; si algo me llamó la atención de este gestor entonces, para cuando decidí compilarlo e instalarlo en mi sistema ya lo había olvidado.
Mis andanzas comenzaron con la configuración por defecto de AHWM, un escritorio espartano con una capa de color sólido como fondo. La primera vez que lo inicias el gestor tiene la delicadeza de presentarte un corto de texto de ayuda —una ventanita de Xmessage—, que te explica lo imprescindible para que comiences a desenvolverte: los atajos de teclado más importantes, cómo controlar las ventanas, esas cosas. Así que, ¡hurra por el autor! Detallitos como éste cuestan poco, y en cambio hacen que el usuario se sienta acogido.
De todas formas, en su estado inicial AHWM no me pareció muy cómodo. Siete escritorios virtuales, cada uno con un color de fondo, y uno de ellos usando un modelo de enfoque distinto a los demás..., un poco desconcertante, quiero decir. A Alex Hioreanu supongo que le satisfacía tal configuración, a mí no terminó de convencerme.
Editar mi fichero .ahwmrc para adaptar el gestor a mis manías me costó sólo un ratito y fue indoloro, quizás incluso placentero. La sintaxis empleada, como he dicho antes, resulta lógica y accesible, y además se incluye un archivo de configuración de muestra explicado de cabo a rabo. Así que tengo pocas quejas en este aspecto.
AHWM cuenta con algunas peculiaridades. Por ejemplo, no es posible minimizar ni ocultar ventanas: una vez en el escritorio, ahí se quedan hasta que cerréis la aplicación correspondiente. Aunque tras casi dos meses de uso he comprobado que no se trata de un problema tan serio como podría parecer leyendo aquí: si uno reparte sabiamente su trabajo por los diferentes escritorios virtuales —yo me quedé con cuatro—, la necesidad de ocultar ventanas apenas se presenta, cosa que me ha sorprendido bastante.
Y esta estética, con fondo de escritorio, es la que usé habitualmente. En la imagen estoy editando el fichero ~/.ahwmrc; también podéis ver, abajo y a la derecha, el resultado de mis experimentos con libnotify.
Otra faceta que me chocó un poco son los modelos de enfoque. AHWM permite clicar en las ventanas para enfocarlas —es decir, como en Windows—, o que el foco siga al ratón. Esta última opción, sin embargo, funciona en realidad como una variante un tanto peculiar del «sloppy focus», que siempre trae las ventanas enfocadas a lo alto de la pila tras una cantidad —ajustable en el fichero ~/.ahwmrc— de milisegundos. Al principio se me antojó una idea estúpida y de escaso valor práctico, al segundo día me encontré trabajando de forma confortable, y al tercero..., bueno, me hallaba en otro ordenador, empleando IceWM, y en algún instante me descubrí echándola de menos. Por lo tanto he de reconocer que después de todo funciona.
Un inconveniente que debo destacar es la inestabilidad de AHWM. Arrancar algunos programas —XMMS, por ejemplo— hace que el gestor se interrumpa. No obstante, el autor también se percató de ello, e intentó que estos errores careciesen de consecuencias fatales. Así que cuando AHWM falla, un cuadro de diálogo te ofrece reiniciarlo y seguir a lo tuyo. Aunque no se trate de una solución de verdad, tampoco pierdes tu sesión de trabajo —al menos, a mí nunca me ha ocurrido en estos dos meses—; y demuestra que Hioreanu, a pesar de su declaración de intenciones de «este proyecto lo pensé sólo para mí», se preocupaba de verdad por sus usuarios.
Una característica de AHWM a la que se le puede sacar mucho partido es la posibilidad de definir, en el fichero de configuración, funciones complejas que invoquen aplicaciones externas; y vincularlas luego a atajos de teclado. El autor usó esto para modificar el fondo del escritorio —mediante xsetroot
— cada vez que el usuario saltase de un espacio de trabajo a otro; y yo sustituí eso por un aviso temporal en una esquina de la pantalla, usando libnotify . Sí, lo sé: esos cartelitos insignificantes que muestra libnotify son la parte visible de un sistema unas diez veces más pesado que AHWM, algo que encuentro más bien divertido.
Ah, por último, AHWM carece de menú de aplicaciones... Pero ese vacío puede llenarse, de forma más que satisfactoria, con Dmenu —un híbrido entre menú y línea de comandos pensado inicialmente para Dwm—.
Esta captura viene de mis últimos días con AHWM. Elinks en una terminal, Leafpad, y un editor de niveles para Blood emulado mediante DOSEmu.
Pues AHWM resulta más versátil de lo que cabría esperar en un primer momento, y es susceptible de adaptarse a muchos estilos de trabajo. Aunque en esta faceta sigue quedando un poco lejos de los gestores más configurables, claro.
Bien, el usuario puede elegir colores para la decoración, y preparar a su antojo atajos de teclado y funciones que realicen una amplia variedad de tareas. El gestor permite asimismo redefinir las acciones que efectuará el ratón. Y algo siempre interesante: hacer ajustes concretos según aplicaciones o escritorios virtuales.
Aunque existe algún detalle que no admite cambios. El movimiento de las ventanas es opaco —mala suerte para la media docena de personas que aún usen Pentiums II sin aceleración gráfica—, y si eso no os gusta os fastidiáis, el autor lo quiso así.
La página de manual explica con detalle las opciones y sintaxis del fichero de configuración, y además se adjunta un ejemplo muy bien comentado. Y la ventanita de bienvenida que aparece la primera vez que se inicia AHWM puede servir como guía rápida de uso para gente impaciente.
AHWM corriendo en SunOS 4.1.4 en octubre de 2001. Un reloj y unas cuantas terminales abiertas. (La captura no es mía, la tomó Hioreanu y procede de la página oficial del proyecto).
AHWM quedó abandonado en 2002, como una ballena varada en la playa. Sin embargo me ha sorprendido gratamente, y de hecho he terminado conviviendo feliz con detalles que en un primer momento se me antojaron defectos serios —la imposibilidad de minimizar ventanas, por ejemplo—. En fin, se trata de un gestor austero, aunque más acogedor de lo que esperaba.
Lo que ya no sé es que interés tendrá a estas alturas.
Sólo un par de cosas que tal vez interesen al puñado de personas que quiera probar AHWM: