Hortelano, peón agrícola y trabajador de almazara por el día... E infatigable ratón de biblioteca por las noches. Criaturilla rústica, arisca y autodidacta de la España rural.
Sí, así me gano el pan. No, no tiene nada que ver con Unix ni ordenadores. ¿Sorprendidos?
Empecé a usar Linux en 2005, así que llegué un poco tarde a la fiesta. Por una parte, empujado por el mismo motivo que tantos otros nuevos usuarios de la época: huir de los pantallazos azules y los virus de Windows —aunque, siendo justos, para entonces lo peor de ambas plagas había pasado ya—. Por otra, atraído por el ideal del software libre: pensé algo como "eh, aquí hay un montón de gente esforzándose y participando en un proyecto común de forma espontánea, anarquismo en acción, y me intriga ver el resultado". Por último, he de decir también que echaba de menos la inmediatez de una línea de comandos desde los tiempos de MS-DOS, y en cuanto vi algunos ejemplos de Bash me entraron ganas de aprender.
Comencé con Knoppix , una recomendación muy habitual en aquellos días. Después miré más allá de Linux, a otras variantes libres de Unix, y probé unos mesecillos con FreeBSD . Y luego instalé un derivado de Slackware llamado Vector Linux , que sigo utilizando hasta hoy. Hace algunos años me dieron un segundo ordenador, un portátil, y decidí ponerlo a funcionar con Gentoo.
Como se deduce de la existencia de esta Galería de Gestores de Ventanas, soy un usuario, digamos, inquieto. Pero nunca he perdido cierto sentido práctico: considero a mi ordenador una máquina, como esa centrífuga que aparece en la fotografía. Sólo se sustituye cuando ya no puede seguir cumpliendo su cometido —básicamente mostrar páginas de Internet, y ejecutar ocasionalmente algún videojuego antiguo—. Cuando instalo un sistema operativo, una vez configurado a mi gusto seguirá ahí mientras no ocurra ninguna catástrofe y continúe funcionando razonablemente bien.
Según lo que sé esa centrífuga de la foto lleva un mínimo de veinte inviernos en el mismo sitio, limpiando aceite de oliva, incansable: y hasta ahora no se ha presentado la necesidad de cambiarla. Y yo estoy escribiendo esto en una instalación de Linux que al empezar 2016 ha cumplido ya siete años, y que trasladé a mi actual Pentium 4 desde otro ordenador más viejo. Tampoco he visto un motivo para reemplazarlo.
Porque si algo funciona, no lo arregles.
Y éste es el trasto que uso normalmente y en el que he escrito la mayor parte de esta página web: un Pentium 4 a 2 GHz con 1520 MB de memoria RAM. Última tecnología de 2003. Un día expirará, claro, aunque mientras tanto cumple su misión estupendamente.
Los entornos de escritorio al estilo de Gnome o KDE se me antojan innecesariamente pesados y complejos. Y además las florituras visuales de Windows Vista y otras interfaces modernas me ponen nervioso y me distraen, supongo que a causa de un ligero exceso de estímulos.
De modo que casi desde mis primeros días con Linux me decanté por los gestores de ventanas. Tras pasar un tiempo con IceWM me quedé finalmente con Fluxbox, en el que vi el balance ideal entre minimalismo, estética y funcionalidad. Y ahí permanecí durante cinco años. Y también ahí imagino que seguiría hoy, mas llegó un día en que ya no pude resistirme más a la loca diversidad de interfaces gráficas de Unix. Decidido a explorarla y estimulado por el ejemplo de Giles Orr , en 2010 me lancé a probar metódicamente otros gestores, con una confusa idea de lo que podría ser algún día esta página web.
Una de las capturas de pantalla más antiguas de mi archivo: así transcurrían mis días con Knoppix. Tomada seguramente en 2005, o como muy tarde al despuntar 2006. Estoy compilando el kernel de Linux por alguna razón.
¿Y cuál es mi gestor de ventanas favorito?
Si me lo hubiesen preguntado hace años, sin dudar hubiera respondido "¡Fluxbox!". Lo veía así de claro.
Sin embargo ahora no puedo mostrarme tan tajante. Cuantos más gestores pruebo, más ambiguos se vuelven mis gustos; y esto se me antoja curioso porque siempre he pensado que debería ocurrir al revés... El caso es que en el momento de escribir este párrafo he empleado más de cincuenta, me he adaptado con éxito a casi todos ellos, y muy pocos me repelen de verdad.
Así que, en lugar de enumerar "éste sí, aquél no", voy a dejar una pequeña lista de manías mías y características que me complace encontrar en un gestor de ventanas:
en interfaces de ordenador viene a ser el equivalente a esos bloques de viviendas cuadrados que proliferaron por toda Europa en los años sesenta. Y no he cambiado de opinión. Mas no puedo evitarlo, por algún motivo que ni siquiera comprendo me gusta. De hecho uso temas inspirados en Motif para GTK y Qt. Alejad pues de mí vuestras esquinas redondeadas, reflejos y gradientes de color.
¿Seguís despiertos?
En fin, no soy imparcial, nadie lo es, pero al menos ahora ya sabéis por donde van mis sesgos. Me agradan Fluxbox, CTWM y Vtwm, AHWM o Matwm2; en cambio, Enlightenment, Metacity o AfterStep no me entusiasman.