• Fluxbox

Versión analizada

1.3.1, publicada en febrero de 2011.

Página oficial

http://fluxbox.org/

Estado actual

Fluxbox es uno de los gestores de ventanas más conocidos, y como tal cuenta con una amplia comunidad de usuarios. Algunas distribuciones de Linux, especialmente las orientadas a ordenadores modestos, lo emplean como escritorio por defecto, y muchas otras lo incluyen preconfigurado en sus repositorios.

El proyecto cuenta con un desarrollo bastante pausado —tardó años en llegar a la versión 1.0.0—, pero los autores publican periódicamente nuevas versiones. Así que está vivo y con buena salud.

Características resumidas

Esc. Virtuales Menús Iconos Temas Dockapps At. de teclado Barra de tareas
No

Descripción


Captura de Fluxbox

Quitando el fondo de escritorio —el clásico paisaje alienígena—, y la terminal, Fluxbox suele ser así. A la derecha, unas cuantas dockapps.


Ah sí, Fluxbox... Otros gestores de ventanas que he ido describiendo aquí, Amaterus y similares, se os antojarán curiosidades exóticas, pero creo que a Fluxbox lo conoceréis casi todos. O al menos lo habréis oído nombrar y sabréis que existe.

Veamos, al principio nació Blackbox. Pero el dios del Software Libre pensó, «me gusta, pero no es bueno que Blackbox esté solo, sin más compañía que los otros quince mil gestores de ventanas existentes»; y, tomando una de sus costillas, creó a Fluxbox. Sin embargo, todavía no se sentía satisfecho, y con otra costillita dio vida a Openbox. Y después, con una tercera, moldeó a Hackedbox. Y más tarde apareció Waimea. Y a continuación..., no sé, supongo que el pobre Blackbox, sin huesos en el cuerpo, exclamó aquello de «¡Padre, por qué me has abandonado!».

Bueno, quizás el orden no fuese exactamente ése, pero se me entiende, ¿no? El asunto es que, con los años, a partir del venerable Blackbox ha ido surgiendo toda una familia de gestores de ventanas, como ramas de un mismo árbol. Todos se parecen bastante, como era de esperar, aunque siguen enfoques diferentes. Y el más difundido y utilizado de ellos es, en el momento de escribir esto, Fluxbox —puede que mañana ya no lo sea, considerando lo rápido que va ganando terreno Openbox—.

A primera vista, este gestor de ventanas consiste en una barra de tareas y un menú de aplicaciones; no hay nada más... Pero se trata de una impresión engañosa. Resulta que, bajo este minimalismo superficial, se esconden muchas características inesperadas. A continuación comentaré las más destacables.

Para empezar, Fluxbox cuenta con algo llamado slit —herencia de Blackbox—, un área de la pantalla destinada a alojar dockapps; en un idioma que entendamos todos, pequeños accesorios tales como medidores del trabajo de la CPU, controles de volumen, relojes y otras cosillas así. En las capturas de pantalla que acompañan este artículo podéis ver unas cuantas —existen decenas de ellas, casi para cubrir cualquier necesidad, por extravagante que sea—; son una forma de replicar la funcionalidad, al menos parte de ella, de entornos de escritorio más completos.

Otro aspecto importante de Fluxbox es la posibilidad de agrupar varias aplicaciones en una única ventana, mediante el uso de una interfaz de pestañas; creo que es una idea tomada de otro gestor llamado PWM, o al menos eso sugieren los autores. Puede servir para descongestionar un poco el escritorio y trabajar con cierto orden cuando hay muchas ventanas abiertas. Su utilidad real, claro, depende de las costumbres de cada usuario.

Vale la pena mencionar también la colocación inteligente de las ventanas, aunque se trata de un detalle en el que sólo reparé después de meses de uso. Veréis, al contrario que otros gestores —o incluso el propio Windows—, Fluxbox trata de ubicar las ventanas en el escritorio de modo que se solapen lo menos posible y aprovechen al máximo el espacio disponible. No se trata exactamente de una idea nueva, y tiene sus límites, pero puede ahorraros bastante faena con el ratón. Tal y como está implementada, resulta más útil cuando se trabaja con muchas ventanas pequeñas.


Captura de Fluxbox

El menú de aplicaciones de Fluxbox, desplegado; aparece al clicar en el escritorio. Hay también una ventana del editor de textos Leafpad, y otra de ROX Filer.


Y muchas más cosas, vaya. En el momento de escribir esto, Fluxbox lleva cosa de diez años de desarrollo, y en todo ese tiempo ha ido acumulando funciones diversas, algunas un tanto esotéricas. Pero sí, existen escritorios virtuales, un completo sistema personalizable de atajos de teclado, un reloj, organización en capas de los elementos del escritorio —útil, por ejemplo, para hacer que ciertas ventanas queden siempre por encima de todas las demás—, una «bandeja del sistema» que ciertas aplicaciones pueden usar para notificar eventos —Opera o Pidgin la aprovechan, por mencionar dos—... En fin, ya sabéis: cada usuario necesita sólo el 20% de la funcionalidad de un programa, pero ese 20% nunca es exactamente el mismo de una persona a otra, así que a medida que se vuelve popular el programa tiende a crecer.

Por lo demás, en lo que respecta a golosinas estéticas Fluxbox ha ido algo más lejos que sus hermanos. Como Blackbox y el resto de la familia, su aspecto se basa en temas gráficos —aquí llamados «estilos»— a disposición del usuario, y que controlan la apariencia de todos los elementos del escritorio: color y tamaño de la decoración de las ventanas, menús, fuentes de texto... El gestor permite efectos como bordes redondeados, gradientes de color o incluso transparencias. De hecho, hasta existen algunos temas gráficos que reemplazan la decoración que se dibuja por defecto por otras elaboradas con imágenes en formato XPM.

Para configurar Fluxbox existen una serie de archivos de texto, usualmente alojados en el directorio oculto ~/.fluxbox. Hablaré de ellos más abajo; de momento, comentaré que permiten ajustar casi cualquier detalle del comportamiento del gestor, y además cuentan con una sintaxis bastante obvia. Y de todos modos, las opciones más básicas —tema gráfico a utilizar, modelo de enfoque, y demás— son fácilmente accesibles mediante el sistema de menús.

Primeras impresiones

Conocí Fluxbox por casualidad, al poco tiempo de comenzar a usar Linux, y después de haber intentado —infructuosamente— acostumbrarme a KDE y a Xfce; venía preinstalado en Knoppix, una versión 0.1.algo, si no recuerdo mal. No puedo decir que fuese amor a primera vista, porque su minimalismo me repelió un poco. ¿Una barra de tareas? ¿Un menú de aplicaciones? ¿Y ya está, nada más? ¿Tengo que apañármelas sólo con eso? Eso sí, funcionaba como un rayo en mi venerable Pentium II.

Pero vaya, me las apañé. Necesité algo de tiempo, y cierta dosis de ensayo y error para encontrar una configuración en la que me sintiera cómodo. Por ejemplo, en un principio quise arreglarme un escritorio con iconos, usando para ello ROX Filer. Sin embargo, cuando lo tuve funcionando me ocurrió algo curioso, e inesperado: me di cuenta de que los iconos en el escritorio no me sirven realmente para nada, y que un menú jerárquico como el de Fluxbox resulta mucho más práctico. Y a partir de entonces empezó a gustarme de verdad este gestor de ventanas.

Usando Fluxbox


Captura de Fluxbox

Las transparencias son bonitas y llamativas, al menos durante la primera semana... En la imagen podéis ver también a mi gata, perdonándoos la vida.


Bueno, Fluxbox ha sido mi entorno de trabajo habitual durante años. De hecho, las pocas veces que he tenido que instalarme un sistema nuevo —soy un tío conservador, y no me atrae la idea de ir probando distros de Linux como una gallina picoteando maíz—, una de mis prioridades ha sido precisamente ésa, poner Fluxbox a funcionar. Quizás esto haga el presente análisis un poco sesgado, no lo sé.

El caso es que se trata de un gestor de ventanas bastante flexible, y su comportamiento puede variar considerablemente según las preferencias del usuario. Un efecto colateral de esto es que se requiere tiempo para familiarizarse con él, experimentar con las opciones y encontrar una configuración idónea. Aunque tengo que añadir que el modo en que funciona por defecto resulta sensato, y es posible hacer los ajustes más básicos desde la propia interfaz, sin editar a mano los archivos de configuración. Así que para la mayoría de los usuarios configurar Fluxbox no será tan complicado como hacer lo mismo con Twm o FVWM 2.

Naturalmente, una de las primeras cosas que querréis hacer con Fluxbox es definir los contenidos del menú principal —llamado root menu—, que aparece al clicar sobre el escritorio con el botón derecho del ratón; suele usarse para arrancar aplicaciones. No tiene mucho misterio; un vistazo rápido al archivo de texto correspondiente —habitualmente, ~/.fluxbox/menu— basta para hacerse una idea de cómo funciona. Podéis organizar vuestros programas en submenús, pero no es recomendable establecer muchas categorías, por razones prácticas; a partir del tercer nivel de menús anidados el sistema se vuelve rápidamente enojoso.

Respecto a las famosas pestañas, descritas anteriormente, pues bueno... No me parecen una idea revolucionaria, y prefiero repartir mis programas en dos o tres escritorios virtuales. No obstante, reconozco que en ciertas ocasiones vienen bien, en especial cuando se trabaja al mismo tiempo con varias ventanas grandes en un mismo escritorio; a mí me ayudaban, por ejemplo, a mantener fácilmente accesibles para consultas varios documentos PDF. Pero no se trata de una característica de Fluxbox a la que haya dado mucho uso. La experiencia de otras personas, claro, resultará diferente.

Este gestor de ventanas puede ser realmente bonito, sobre todo si el usuario dedica un poco de tiempo a elaborar sus propios temas gráficos; aunque los que incluye en la instalación tampoco están mal. Eso sí, algunos efectos —las transparencias, sobre todo— atosigarán a las máquinas más viejas, al menos a las que carezcan de aceleración gráfica; pero, para que os hagáis una idea, no afectaron demasiado al rendimiento de mi antiguo Pentium II a 350 MHz con una Nvidia TNT2, así que no puede decirse que Fluxbox sea exigente. De todas formas, este tipo de adornos, transparencias, bordes redondeados y demás, envejecen rápidamente en cuanto pasa la novedad, y con el tiempo he ido prefiriendo escritorios de aspecto más clásico.

Opciones de personalización


Captura de Fluxbox

No, no es el escritorio de mi sobrina. Yo también tengo mi lado de florecillas y osos amorosos, aunque la lista de canciones de XMMS pueda sugerir otra cosa: В бой за родину!, в бой за Сталина!...


Existen muchas, más de las que necesitaréis jamás la mayoría de vosotros. Como ya he comentado, las más básicas pueden ajustarse desde el menú, mientras que otras sólo resultan accesibles en los archivos de configuración. Hay varios de ellos, todos de texto plano:

~/.fluxbox/apps:
Reglas especiales para ciertas aplicaciones. Por ejemplo, es posible hacer que vuestro editor de texto favorito se ejecute por defecto en un escritorio virtual concreto, o que ciertas ventanas se dibujen sin decoración. Nunca he tocado nada aquí, la verdad es que no se me ha presentado la necesidad.
~/.fluxbox/init:
Opciones generales (número de escritorios virtuales, posición de la barra de tareas, y muchas otras cosas).
~/.fluxbox/keys:
Atajos de teclado y acciones del ratón.
~/.fluxbox/menu:
Contenidos del menú de inicio —qué aplicaciones queréis lanzar desde él, etc—.
~/.fluxbox/windowmenu:
Contenidos del menú contextual de las ventanas.

Me dejo alguno más, pero éstos son los importantes, y los que la gran mayoría de usuarios querrá tocar.

En lo referente a la estética, ya he dicho que Fluxbox funciona mediante temas gráficos, que especifican la apariencia de todos los elementos de la interfaz. Normalmente pueden escogerse desde el propio menú de inicio, aunque esto depende de cómo esté configurado el gestor; suele ser así. Se trata también de archivos de texto plano, bastante fáciles de editar y modificar. Habitualmente, Fluxbox incluye en su instalación por defecto más de una docena de ellos, pero en Internet podréis encontrar muchos más.

Documentación

Bastante completa. Fluxbox incluye varias páginas de manual, dedicadas al funcionamiento general del gestor y sus archivos de configuración. Con ellas es posible resolver casi cualquier duda.

Aciertos

Inconvenientes

Conclusión

Sí, a grandes rasgos, una barra de tareas y un menú de aplicaciones: pero yo descubrí que no necesitaba nada más. La verdad es que el minimalismo de Fluxbox —aunque, hablando con rigor, no se trate de un gestor exactamente «minimalista»— tuvo para mí algo de revelador, no sé muy bien por qué.

¿El resultado de tantos años con Fluxbox como entorno de escritorio habitual? Pues si ahora me siento delante de una máquina con un Windows moderno tengo que esforzarme bastante para no distraerme...

Galería de imágenes

Las anteriores me sabían a poco, así que he decidido colocar más capturas de Fluxbox en funcionamiento, mostrando configuraciones diversas del gestor:

Captura de Fluxbox

Fluxbox permite agrupar ventanas mediante pestañas; aquí podéis verlas colocadas en el borde izquierdo, pero eso también puede cambiarse.

Captura de Fluxbox

Otro pantallazo de mi escritorio de colorines. Estoy usando un tema gráfico llamado «bloe», que reemplaza la decoración básica de Fluxbox por otra con formas un poco más suaves y elaboradas.

Captura de Fluxbox

Otro tema gráfico distinto... Es posible ubicar el slit —la parte de la pantalla usada para alojar dockapps— donde queráis; en este caso, y como demostración, lo he dejado en el centro del borde superior.

Captura de Fluxbox

Tomada en 2006 o así. Lo primero que hice en FreeBSD, en cuanto tuve el sistema más o menos configurado, fue instalar Fluxbox. Algunos temas gráficos son cuestionables, claro —¿negro y rojo brillante? No sé en qué estaba pensando—.

Captura de Fluxbox

Ésta es de 2008, con una estética propia elaborada a partir de un render que hice con Terragen. Las tres dockapps que aparecen son Wmbluecpu, Monto y Wmtunlo.

Captura de Fluxbox

Fluxbox 0.9.15, tal y como me vino con Vector Linux 5.1. Podéis ver el submenú de configuración —en inglés—, que ofrece las opciones más básicas.

Recursos adicionales

Fluxbox - Customize.org
La red está llena de temas gráficos o «estilos» para modificar la estética de Fluxbox, deben circular cientos de ellos por ahí. Éste es un buen sitio para comenzar a buscar.
Stuff for your Windowmanager - Box-Look.org
Box-Look.org ofrece temas para varios gestores de ventanas, entre ellos Fluxbox, Openbox y Blackbox. Cuenta con bastante material.
FbDesk
Iconos para lanzar aplicaciones desde el escritorio —¡urgh!—. Por si a alguien le llama la atención esto... No lo he probado. De todas formas hay otras alternativas para lograr lo mismo, como ROX Filer o IDesk.

 

Artículo escrito en julio de 2011.


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