• Windowlab

Versión analizada

1.40, publicada en abril de 2010.

Página oficial

https://github.com/nickgravgaard/windowlab/

Estado actual

Escribo esto en verano de 2012, así que han transcurrido dos años desde la última versión publicada. Pero puede que no esté abandonado todavía: el desarrollo de Windowlab ha seguido siempre un ritmo un tanto irregular, en el que largos periodos de inactividad —de 2006 a finales de 2009, por ejemplo— se han alternado con etapas de trabajo intenso.

Es difícil de decir pero, a juzgar por el número de páginas y discusiones sobre él que uno puede encontrar en Internet, parece que el proyecto no ha pasado totalmente desapercibido y ha logrado un pequeño público.

Características resumidas

Esc. Virtuales Menús Iconos Temas Dockapps At. de teclado Barra de tareas
No No No No Parcial 1

1 Se definen unos pocos en el fichero windowlab.h del código fuente, de modo que en una copia ya compilada de Windowlab no pueden cambiarse. Sólo para saltar de una ventana a otra, alterar el orden de la pila o maximizar.

Descripción


Captura de Windowlab

¡Y empezamos con Windowlab! Una terminal transparente (Aterm), un reloj (Dclock), y la barra de tareas arriba.


Windowlab es un gestor de ventanas de enfoque minimalista creado por Nick Gravgaard. El autor tomó como base la versión 1.1.2 de Aewm, y la primera actividad pública del proyecto data de 2002.

Su funcionamiento general parece bastante inspirado en la interfaz clásica del Amiga, aquel venerable Workbench que tanta gente usó en los ya lejanos años noventa. Por ejemplo, el modelo de enfoque es el mismo: clicar para enfocar, pero manteniendo el orden de las ventanas en la pila, sin traerlas automáticamente al primer plano. De hecho, si deseamos que una ventana quede por encima de las demás, para trabajar más a gusto con ella, disponemos a tal efecto —y también como en Workbench— de un iconito de acción en la esquina superior derecha.

Sin embargo Windowlab no pretende ser una imitación del escritorio de los viejos Amiga —echadle un vistazo a Amiwm si lo que buscáis es eso—. El autor experimentó además con otras ideas, alguna incluso relativamente original. Enumero las más destacadas:

Windowlab incluye también unos pocos atajos de teclado para realizar algunas funciones —[Alt] + [F11] para mostrar una aplicación a pantalla completa, por citar uno—, pero el manejo de la interfaz se hace fundamentalmente con el ratón.

Otra característica que vale la pena comentar es que, al contrario que otros gestores como FVWM 2, Windowlab no pretende ofrecer de todo para todo el mundo. No existen aquí listas infinitas de opciones de configuración: el autor tomó una serie de decisiones sobre su funcionamiento —clicar para enfocar, movimiento opaco de las ventanas, etc—, y éstas no admiten cambios. Como mucho, existe la posibilidad de hacer algunos ajustes cosméticos, bien empleando opciones de ejecución, bien modificando los ficheros Makefile y windowlab.h y compilando una nueva copia a partir del código fuente.

De lo que acabo de explicar se deduce que «configurar» Windowlab resulta un asunto trivial que no suele llevar más de unos minutos, y consiste principalmente en escribir el contenido del menú de aplicaciones en el archivo ~/.windowlab/windowlab.menurc. Éste, además, posee una sintaxis tan simple que resulta obvia al primer vistazo, y hace redundante cualquier aclaración.

Primeras impresiones


Captura de Windowlab

Esta captura la hice a propósito para mostrar dos cosas: el menú de aplicaciones que comparte sitio con la barra de tareas, y cómo es posible utilizar colores y fuentes diferentes en la interfaz de Windowlab, aunque para ello haya que compilar una nueva copia del gestor.


Mis expectativas eran grandes cuando lo eché a andar por primera vez. Por una parte, había visto en Internet varias capturas de pantalla del gestor en funcionamiento, y su estilo estético, sencillo y sin adornos, me había parecido bastante atractivo. Por otra, Windowlab cuenta con una página web bonita y muy aseada, y que además hace promesas llamativas. Traduzco una para deleite del respetable —se trata, en realidad, de la opinión que una persona que terminaba de probarlo le dio al autor—:

«Acabo de descargar, compilar e instalar tu excelente gestor de ventanas. Su limpieza, innovación y apariencia atractiva me deslumbraron. Cuando me pasé a Linux hace dos años, así es como imaginaba que sería: rápido y limpio».

Quiero decir, después de leer cosas como ésta, ¿quién podría resistirse?

Sí, en general me causó una buena impresión, me gustó. El modelo de enfoque, sin embargo, se me antojó un poco extraño, y me recordó por qué nunca he llegado a sentirme realmente a gusto con la interfaz del Amiga —un mes y medio después estoy dispuesto a reconocer que posee sus ventajas, pero más o menos me lo sigue pareciendo—. Y, como mi ordenador es un trasto viejo, un Pentium III con más de diez años a sus espaldas, el movimiento opaco de las ventanas me decepcionó un poco: resultaba lento, poco fluido, y hacía que Windowlab acaparase más del 80% del uso de la CPU. Supongo que máquinas más modernas no tendrán ese problema. En la mía, claro, hubiera sido más adecuado recurrir al movimiento transparente —al desplazar una ventana por la pantalla, uno arrastra su silueta, un simple rectángulo gris, en lugar de la ventana en sí con todo su contenido—, que requiere muchos menos recursos del sistema; pero Windowlab no incluye esa opción.

El gran hallazgo fue la barra de tareas/menú de aplicaciones. Se trata de un invento muy práctico, y escribir mi archivo de configuración para él, con mis aplicaciones de uso más frecuente, un simple trámite que podría despachar cualquier mono más o menos inteligente.

Usando Windowlab

Después de un par de días con él comienzas a darte cuenta de una cosa: Windowlab está concebido de modo que no sean necesarios movimientos precisos con el ratón. Con la única excepción de los tres controles de las ventanas —de izquierda a derecha, minimizar, cambiar el orden en la pila y cerrar—, las operaciones del gestor no requieren demasiada habilidad por parte del usuario, ni le obligan a clicar en áreas pequeñas. De ahí que el menú de aplicaciones resulte tan simple y carezca de submenús desplegables, o también el peculiar método para cambiar el tamaño de las ventanas. Son detalles bien pensados, que demuestran que el autor tiene —¿tenía?— claras sus prioridades.


Captura de Windowlab

Windowlab carece de escritorios virtuales, de modo que sesiones concurridas como ésta son habituales. En primer plano una partida a Shadow of the Comet emulado mediante DOSBox.


Por desgracia, no disfruté tanto de Windowlab como esperaba, ni como al parecer lo hicieron las personas que dejaron sus testimonios en la página oficial del proyecto. Y ello por dos motivos: el gestor es inestable, y además mostró un desconcertante problema con los eventos del ratón.

Respecto al primer punto... En mi sistema, Windowlab se interrumpía con una frecuencia irritante, llevándose con él toda mi sesión de trabajo; al menos este último inconveniente pude torearlo haciendo que otro programa retuviese la sesión gráfica, y para ello escogí aesession, un componente de Aewm ideado exactamente con ese fin. Por lo demás, estas interrupciones solían suceder al ejecutar ciertas aplicaciones, con la versión 2.23.91 de Epiphany como principal culpable. Claro que en otras ocasiones —escasas, eso sí— eran simplemente inexplicables.

El segundo inconveniente tiene más miga, y después de darle algunas vueltas creo que he entendido aproximadamente qué sucede. Veréis, en Windowlab, como en casi todas las demás interfaces gráficas, algunas operaciones se realizan clicando con el ratón, y otras manteniendo el botón pulsado y arrastrando. Sin embargo, me ocurría que a veces —sobre todo al hacer el movimiento muy rápido, o al hallarse la CPU muy ocupada— el gestor reconocía el acto de aprietar el botón, pero no el de soltarlo: por lo tanto, interpretaba que lo estaba dejando pulsado. ¿Consecuencias prácticas de esto? Por ejemplo, clicar sobre la barra del título de una ventana, para traerla a primer plano, provocaba con cierta frecuencia que Windowlab creyese que la estaba arrastrando para desplazarla por la pantalla. Un problema similar surgía con la barra de tareas, que posee también su función especial al mantener presionados los botones del ratón.

Vale, el párrafo anterior igual resulta difícil de comprender, así que lo resumiré en una frase sencilla: en mi sistema, Windowlab no distinguía correctamente las acciones del ratón, y por lo tanto, de vez en cuando, hacía cosas distintas de las que yo le ordenaba. Sí, se trata de un fallo que surgía ocasionalmente, pero como comprenderéis muy molesto.

Este último detalle me decepcionó bastante. Sin embargo, busqué información en Internet para contrastar mis experiencias y no descubrí nada, nadie mencionaba incidencias similares; y el caso es que Windowlab posee cierta popularidad, así que no resultaría raro que otros usuarios se quejaran de lo mismo. Pero no, vaya... Quizás haya algo mal ajustado en mi sistema, aunque lo dudo, considerando que el resto de gestores de ventanas funcionan sin pegas en él. O tal vez muy poca gente lo haya probado en máquinas tan modestas como la mía, y Windowlab no responda bien en ellas. No tengo ni idea, la verdad. Al fin y al cabo un problema tan obvio habría sido corregido hace mucho tiempo de ocurrir con frecuencia.

Por lo demás, Windowlab ofrece una interfaz agradable con algunas ideas bastante prácticas: ya he dicho que la combinación de barra de tareas y menú de aplicaciones me parece un gran acierto. Al modelo de enfoque, en cambio, no he llegado a acostumbrarme del todo.

Opciones de personalización

Muy pocas. Windowlab incorpora algunas opciones de ejecución, que permiten cambiar el color de la interfaz o la fuente empleada para los títulos de las ventanas. Y más o menos eso es todo. El comportamiento general del gestor no admite ajustes.

El contenido del menú de aplicaciones debe definirse en el archivo ~/.windowlab/windowlab.menurc. Por último, los atajos de teclado que incorpora Windowlab para realizar algunas funciones parece que sólo pueden modificarse antes de compilar el código fuente, haciendo los ajustes oportunos en el fichero windowlab.h.

Documentación


Captura de Windowlab

No existe un iconito de control para ello, pero maximizar ventanas es fácil presionando [Alt] y arrastrando con el botón derecho del ratón.


El gestor incluye una página de manual que explica todo lo necesario para desenvolverse con él. No es mucho, de todos modos.

Aciertos

Inconvenientes

Conclusión

Pequeño, limpio, y quizás un tanto peculiar: así podría definirse a Windowlab. Se trata de una interfaz bastante bien pensada, aunque algunos aspectos de su funcionamiento —mayormente el modelo de enfoque— no serán del agrado de todo el mundo.

Ya he explicado que en mi sistema, un Pentium III usando la versión 7.2 del X Window System, resultaba inestable y por lo tanto no me dejó satisfecho; una lástima, porque en principio me gusta. Sospecho que al autor todavía le quedan muchos detalles por pulir. Aunque no sé si el proyecto sigue en marcha o no.

 

Artículo escrito en julio de 2012.


[Apta para cualquier navegador]  [Cumple con el estándar HTML]  [Cumple con el estándar CSS]

Podéis copiar libremente cualquier contenido de esta página.
Mandad opiniones, sugerencias o saludos a sovietskayarodina@gmail.com.