• Antico

Versión analizada

0.2, publicada el 29 de mayo de 2009 (véase el fichero CHANGELOG).

También he ojeado someramente la variante que mantuvo durante un tiempo Luis Gustavo S. Barreto, cuyos cambios más recientes datan de marzo de 2011.

Página oficial

https://github.com/antico/antico

Estado actual

Experimentó un intenso pero fugaz desarrollo entre 2008 y 2009. No alcanzó el grado de madurez necesario para un empleo cotidiano, y por lo tanto no encontró usuarios más allá del grupo reducido de curiosos que se aventuraron a probarlo para echar un vistazo. Sin embargo, sí despertó cierto en interés en otros programadores: Luis Gustavo S. Barreto mantuvo una variante del gestor durante algún tiempo, y además surgieron otros proyectos hijos —Antico Deluxe y QDE—. Todos ellos fueron abandonados entre 2010 y 2012.

Características resumidas

Esc. Virtuales Menús Iconos Temas Dockapps At. de teclado Barra de tareas
No 1 No No

1 El soporte existe, pero en Internet yo no he encontrado ninguno para descargar. Una persona mañosa para el diseño gráfico podría crearlos con facilidad, supongo.

Descripción


Captura de Antico

Antico y su escritorio azul. Abajo, el panel, que incluye una barra de tareas y —a la izquierda— menús desplegables representados mediante iconitos.


Antico es un gestor de ventanas creado en 2008 por Giuseppe Cigala. Para ello autor echo mano de la rama 4 de Qt, un conjunto de librerías para la programación de aplicaciones gráficas muy conocido por servir también de base para KDE. Como él mismo explicó:

«El objetivo es crear un escritorio/gestor de ventanas simple y rápido. Todos los parámetros deben ser configurados en unos pocos ficheros, evitando complicaciones innecesarias y siguiendo la filosofía K.I.S.S. ["Keep it simple, stupid"]».

La meta quedó muy lejos, claro, porque en 2009 Cigala anunció que había dejado Linux en favor de Mac OS X —¡buuh, mariposón!— y cancelaba el proyecto. Éste quedó por lo tanto incompleto, congelado en una etapa temprana de su crecimiento, y me cuesta ver a dónde se dirigía: ¿un gestor de ventanas superficialmente parecido a IceWM y configurable mediante menús? ¿O algo con más funcionalidad, quizás un entorno de escritorio muy esquemático y liviano?

El caso es que Antico cuenta con un panel en el extremo inferior de la pantalla, que sirve de barra de tareas y como lugar desde el que lanzar aplicaciones. Para este segundo cometido existe, a la izquierda, una barra de inicio rápido: en ella, los programas instalados en el sistema que respeten las especificaciones de Freedesktop aparecen clasificados en menús desplegables, según su función —«Oficina», «Gráficos», etc—, y para acceder a ellos basta con clicar sobre el icono correspondiente. Hay también un menú de inicio, útil para cerrar la sesión o configurar algunas opciones decorativas del gestor.

El otro punto destacable de Antico lo encontramos en la posibilidad de disponer de iconos en el escritorio. Pero iconos como los de Gnome, Windows u otras interfaces modernas: de los que sirven para ejecutar aplicaciones, o acceder a ficheros y directorios concretos. Aquí reciben el nombre de «enlaces», y el usuario puede crearlos a su antojo sin soltar el ratón. Además existe una papelera de reciclaje, que en esta ocasión hace referencia a la carpeta /.local/share/Trash/files.

El modo en que se hallan implementados esos enlaces directos y la papelera de reciclaje implica unas mínimas capacidades de manejo de archivos, aunque Antico resulte rudimentario en esta faceta. Incluye un explorador de ficheros muy básico, y permite arrastrar elementos de él al escritorio.

La configuración se guarda en dos archivos: antico.cfg para los ajustes generales del gestor, y desde él se invoca a otro de nombre <tema>.stl —en principio, theme/default/default.stl— para las opciones estéticas del tema visual en uso. Antico requiere que el primero de ellos se halle en el mismo directorio que su ejecutable, como solían hacer los programas de MS-DOS; no lo busca en los lugares acostumbrados en Unix —oculto en el directorio raíz del usuario, /usr/local/share, etc—. Por ello lo recomendable es dejar el gestor en una carpeta aparte para él sólo, en lugar de instalarlo para todo el sistema en /usr/bin o /usr/local/bin.

Primeras impresiones

Compilarlo a partir del código fuente fue sencillo y relativamente rápido. El autor recomendaba usarlo para experimentos en Xephyr —el sucesor de Xnest, básicamente un servidor X que funciona como una ventana dentro de otro—. Aunque yo decidí emplearlo como un gestor más, en sesiones de trabajo normales.


Captura de Antico

Dos ventanas iconizadas justo encima de la barra de tareas, a la izquierda. Ya de paso, en el navegador aparece la antigua página web del proyecto.


Tras unos segundos de espera —mi ordenador es un Pentium IV bastante antiguo y le cuesta un poco cargar aplicaciones basadas en Qt4, aunque luego las mueva con soltura— Antico se me reveló con su apariencia por defecto, un tema llamado previsiblemente «default»: un fondo de escritorio azul con un sencillo dibujo, y el panel de color negro con botones de esquinas redondeadas y un sutil reflejo en su borde superior. Vagamente inspirado en Windows Vista, tal vez, si bien se trata de un estilo más discreto. No me desagradó, sugiere cierta elegancia y sofisticación, aunque reconozco que me va más Motif..., sí, sí, en serio.

Oh, Antico dibuja su escritorio como una capa encima de la ventana raíz y todo lo que haya en ella. Un poco desconcertante, quizás, aunque ya lo he visto en otros gestores como XPde.

El modelo de enfoque aquí es clicar sobre una ventana para traerla a primer plano y trabajar en ella, como se hace normalmente en Windows. No es mi preferido. Además, al principio se me hizo particularmente incómodo por razones que entonces no supe concretar: después hablaré de ello.

Por lo demás, muy pronto me di cuenta de que el autor tenía razón y Antico no está tan refinado como aparenta. Una de las primeras cosas que quise hacer fue añadir una nueva categoría a la barra de inicio rápido con mis programas de uso más frecuente, pero no resulta posible tal cosa: sólo se permiten aplicaciones individuales. El usuario tampoco cuenta con muchas opciones a la hora de manejar iconos en el escritorio. Y, ya como propina, en esas sesiones iniciales el gestor se interrumpió en un par de ocasiones de forma imprevista.

Usando Antico

Echad una ojeada a las capturas de pantalla que acompañan a este artículo: no se distinguen demasiado de las que podrían tomarse de otros entornos populares, por ejemplo LXDE. Los menús desplegables, el escritorio con iconos y la barra de tareas componen un paisaje familiar para el usuario común ya desde los lejanos tiempos de Windows 95. Cabría pensar pues que para desenvolverse con este gestor no se requiere cambiar de hábitos ni asimilar conceptos nuevos... Sin embargo no ocurre exactamente así, Antico se reserva algunas sorpresas.


Captura de Antico

He colocado el panel en el extremo superior. En principio el fondo —la foto del gato— no se desplazaba hacia abajo para compensarlo y quedaba un hueco vacío, gris, en el borde inferior de la pantalla. Lo arreglé modificando una línea del código fuente.


Para empezar, existen varias formas de minimizar ventanas. Resulta posible ocultarlas —es decir, dejar de mostrarlas en pantalla— clicando sobre su etiqueta en la barra de tareas, como en casi todas las interfaces de escritorio mayoritarias hoy en día. Una segunda opción, accesible desde un menú contextual, consiste asimismo en esconderlas pero enviándolas a la bandeja del sistema. Y también se permite «iconizarlas»; entiéndase ahora por tal cosa sustituirlas por una representación en miniatura de sí mismas, con un comportamiento semejante al de un icono en gestores como Twm o Mwm. Tanto en el segundo como en el tercer caso desaparecerán de la barra de tareas.

La experiencia me enseñó a utilizar sólo uno de esos métodos, normalmente el primero. Comprobé que, cuando uno lidia con muchas ventanas, ocultar unas y convertir otras en miniaturas conduce a la anarquía. ¿Las razones? Las ventanas iconizadas desaparecen de la barra de tareas, y como consecuencia ésta deja de servir como mapa general de la sesión: ya no es posible repasar de un vistazo qué tienes abierto. Además, la única forma de restaurarlas es clicar sobre esas miniaturas, que pueden haber quedado ocultas bajo otras ventanas, y para llegar hasta ellas a menudo acabé trastocando toda la pila; no es divertido.

La forma en que Antico maneja el foco resulta peculiar, quizás porque esta faceta se hallaba poco depurada cuando el autor abandonó el proyecto. Como he mencionado más arriba se basa en clicar para enfocar, aunque en esta ocasión se trata de una implementación más bien burda. Por ejemplo, a las nuevas ventanas no se les asigna automáticamente el foco, aunque para terminar de despistar al usuario sí se muestren con el título resaltado. Cerrar una ventana no devuelve el foco a la que se encontrase activa antes que ella. Y algunas aplicaciones —sobre todo las basadas en Motif, FLTK, GTK1 y otros toolkits antiguos— requieren pulsaciones explícitas del ratón en sus títulos para recibir el foco, porque hacen caso omiso de las dirigidas a su área de trabajo.

Ésta ha sido para mí la carencia más molesta de este gestor. Momentos maravillosos de confusión al intentar escribir en una ventana situada en primer plano y ver, en cambio, cómo otra se elevaba inesperadamente desde el fondo de la pila porque por alguna razón todavía retenía el foco. Y el caso es que puedo vivir felizmente clicando ventanas para enfocarlas, aunque no se trate de mi opción ideal, siempre y cuando esto funcione de forma lógica y predecible: sigo haciéndolo esporádicamente en Windows, y la variante tan estricta de este modelo de enfoque que implementa 9wm incluso me gusta. No es el caso de Antico, lo siento, sus inconsistencias en este aspecto terminaban irritándome casi en cada sesión.


Captura de Antico

El menú de inicio, desplegado. Nótese que los submenús podrían abrirse directamente desde el panel, clicando sobre el icono de cada categoría.


A los iconos en el escritorio para ejecutar aplicaciones no les saqué mucho partido, dado que para esa función prefiero los menús o escribir comandos en una terminal. Por supuesto, otros usuarios sí los encontrarían útiles; se trata de una cuestión de hábitos. En todo caso resulta relativamente sencillo crearlos: clicas con el botón derecho del ratón sobre el fondo, seleccionas la opción oportuna en el menú contextual, y buscas el ejecutable correspondiente en el árbol del sistema. Una operación similar os servirá para añadir programas a la barra de inicio rápido. Eso sí, emplear el primitivo explorador de archivos que incluye Antico para estos menesteres no es muy placentero, y luego probablemente hará falta editar a mano el fichero de configuración antico.cfg para definir iconos personalizados.

Al comienzo de cada sesión, durante el arranque, Antico rastrea el sistema en busca de aplicaciones que se anuncien siguiendo los estándares de Freedesktop: resultan fáciles de reconocer porque instalan un fichero descriptivo de nombre <programa>.desktop en /usr/share/applications o /usr/local/share/applications —sin embargo el gestor, en su infinita sabiduría, sólo lee el primer directorio—. Y a continuación las añade a la barra de inicio rápido clasificadas por categorías, como ya expliqué antes. Esto tiene la ventaja de que libera al usuario del tedioso trámite de preparar manualmente enlaces a sus herramientas favoritas, y el inconveniente menor de meter en los menús esos programas que duermen en el disco duro y muy rara vez se utilizan.

Ah, una persona recién llegada podría sentirse tentada a arrastrar y soltar elementos entre los componentes de la interfaz. Quizás eliminar un icono del escritorio desplazándolo sobre la papelera de reciclaje, o mover el enlace a una aplicación desde la barra de inicio rápido al escritorio... Pues no, Antico no permite casi ninguna de estas acciones, ni interactúa especialmente bien con otras utilidades basadas en Qt4. Mala suerte.

Opciones de personalización


Captura de Antico

Antico incluye un cuadro para ejecutar comandos, que yo usé normalmente para iniciar programas.


Empezaré comentando que Antico cuenta con soporte para temas, que en teoría alteran el aspecto de la interfaz y los iconos que se utilizan en la barra de inicio rápido, mensajes y cuadros de diálogo. Digo «en teoría» porque no he llegado a comprobarlo: en Internet no he encontrado ni uno para hacer pruebas. De modo que la posibilidad existe, mas por lo visto nadie se interesó.

Por lo demás no se trata de un gestor muy flexible, gran parte de su comportamiento —modelo de enfoque, atajos de teclado, funciones de los controles de las ventanas— no admite modificaciones.

Algunos ajustes pueden realizarse desde la propia interfaz, que brinda algunos menús y diálogos para ello. Para otros —añadir de forma manual algún programa a las listas desplegables de la barra de inicio, especificar el aspecto de los iconos del escritorio— es necesario toquetear el archivo antico.cfg con un editor de textos, cosa que no debería resultar demasiado complicada por lo obvio de su sintaxis.

Ah, descubrí que es posible colocar el panel en el borde superior de la pantalla, aunque en tal caso el hueco que ocuparía en el extremo inferior queda vacío, sin cubrir por el fondo. Parece que el autor no pensó seriamente en esta característica. Corregí este error con un cambio rápido en el fichero desk.cpp del código fuente y compilando una nueva copia.

Documentación

Ninguna que valga la pena mencionar.

Aciertos

Inconvenientes


Captura de Antico

Aquí podéis ver el explorador de archivos que incorpora Antico. Es..., bastante básico. E incómodo, porque por alguna razón su ventana se dibuja sin decoración.


Conclusión

Este comentario escrito en los foros de Debian en 2010 resume bastante bien lo que pienso:

«Usé Antico una vez y lo encontré interesante, pero muy lejos de [poder considerarlo] completo. Era básicamente inusable como gestor de ventanas y deficiente como prototipo de un entorno de escritorio. Rápido, aunque al parecer más en el sentido de "rápido porque todavía no hace gran cosa" que "rápido porque está bien diseñado"».

Ése es el asunto: Antico fue abandonado tras un corto periodo de desarrollo y no avanzó mucho, quedó más bien en un esbozo funcional. Una persona extravagante podría emplearlo de forma cotidiana si así se lo propone —yo lo he hecho durante unos doce días—, mas no hay aquí nada que no otros gestores no hagan mejor.

Y ni siquiera sé si Antico podrá instalarse fácilmente en un sistema actual, puesto que Qt4 dejó paso hace algunos años a Qt5 y habrá desaparecido ya de muchos repositorios de paquetes. De todas formas no lo descarto completamente, ya que por lo visto existe cierta compatibilidad entre ambas.

 

Artículo escrito el 3 de julio de 2016.


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