• Qvwm
• Blanes 2000 (BLWM)

Versión analizada

1.1.12, publicada seguramente en febrero de 2002.

Posteriormente otras personas han publicado nuevas versiones derivadas de ella, pero no las he probado. Bueno, con la excepción de Blanes 2000, o BLWM, del que hablaré más tarde.

Páginas oficiales


Captura de Qvwm

Qvwm en su configuración por defecto. Ese cartelito de Geroware Qvwm 1.1 que aparece en la esquina superior derecha de la pantalla no es parte del fondo del escritorio, sino una imagen decorativa colocada encima.


http://qvwm.sourceforge.net/
http://www.ahinea.com/qvwm/

En realidad había otra más, de mayor antigüedad, alojada en un dominio japonés: pero ha desaparecido casualmente mientras escribía este comentario. Y a ésa habría que sumar la «realmente» oficial, creada por el autor original, que fue eliminada ya en la noche de los tiempos —si bien The Internet Archive todavía guarda una réplica —.

Estado actual

Iba a decir, como otras veces, que «muerto, enterrado y agusanado», pero quizás no sea exactamente así...

Veamos, el autor original lo dejó en 2002, con la versión 1.1.12. Al año siguiente el proyecto fue retomado por otras personas, que abrieron una página web en Sourceforge y publicaron algunas versiones más, la última de las cuales vio la luz en abril de 2007. Y por otra parte, en 2006, un tal Ivan Kurmanov se puso a trabajar en Qvwm por su cuenta y preparó su propia serie de versiones; la más reciente de ellas es de abril de 2011.

¿Sigue activo el desarrollo de Qvwm, entonces? No lo sé, probablemente no. En todo caso, se trata de un gestor de ventanas que tuvo cierta popularidad en su día, y algo de aquello debe conservar aún: siempre hay nostálgicos, vaya, que por definición resisten el paso del tiempo.

(Nota de octubre de 2017: Sin más noticias del frente, la versión más actual de Qvwm sigue siendo la de 2011 de Kurmanov. Podemos considerarlo pues definitivamente abandonado).

Características resumidas

Esc. Virtuales Menús Iconos Temas Dockapps At. de teclado Barra de tareas
No No

Descripción

Que alguien quiera recrear en Unix las interfaces de otros sistemas operativos no es nuevo. Ocurre con cierta frecuencia, de hecho. De ahí que existan proyectos como Amiwm —un homenaje al Workbench de AmigaOS— o MLVWM —una réplica del escritorio de los Macintosh clásicos—. En unos casos la razón que hay detrás es una mezcla de nostalgia y diversión, mientras que en otros se parte de una idea un poco más ambiciosa: si uno desea «convertir» al usuario a su sistema, ¿por qué no facilitarle las cosas ofreciéndole una interfaz gráfica que ya conoce?

En realidad, esta última premisa ha sido objeto de discusión durante años dentro de la comunidad de Linux, siempre preocupada por expandirse. ¿Imitar escritorios populares para no desconcertar a Pepito y Juanita, o buscar caminos propios? Obviamente, siendo el mundillo de Unix/Linux tan diverso y colorido como es, se han hecho ambas cosas... Pero hubo una época en que mucha gente pensó que para ganar usuarios había que brindar una interfaz similar a la que casi todo el mundo tiene en casa, la de Windows, con la idea de facilitar la transición de un sistema a otro. El plan, llevado a sus últimas consecuencias, dio de sí cosas como Lindows/Linspire —una distribución comercial de Linux que pretendía funcionar como el escritorio de Microsoft—. También inspiró proyectos más modestos, entornos de trabajo como XPDE, o gestores de ventanas como FVWM95 o el que hoy nos ocupa, Qvwm.


Captura de Qvwm

Barra de tareas, menú de inicio e idéntica decoración... Aunque Windows 95 no incluía un pager. Está desplegado el menú contextual del escritorio. Y los «indicadores» abiertos son Xeyes, Xbiff y Xload.


Qvwm nació en Japón, de la mano de un tal Kenichi Kourai. Escrito en C++, sin basarse en ningún otro programa anterior, sus primeras versiones aparecieron en 1996. Y su razón de ser consiste precisamente en la que acabo de explicar arriba: replicar en Unix la interfaz gráfica de Windows 95/98, que supongo muchos lectores recordarán. Algo que logra con gran fidelidad, por cierto —sólo echad una ojeada a las capturas de pantalla que adornan este texto—.

De hecho, la imitación llega más lejos de lo que podría parecer en un principio. Como en Windows 95, disponemos de una barra de tareas en el extremo inferior de la pantalla. Sólo que, y también como en Windows 95, el usuario puede arrastrar esta barra para colocarla en alguno de los otros tres bordes del escritorio, o cambiar su grosor. O especificar que se oculte automáticamente cuando no se esté usando... En fin, lo que quiero decir con este ejemplo es que el autor de Qvwm estudió a fondo la interfaz de Windows, incluso en detallitos bastante nimios, mientras trabajaba. Yo no me había fijado hasta ahora —¡y después de muchos años de uso!— en que los botoncitos de minimizar y maximizar de las ventanas se dibujan pegados, mientras que el de cerrar se halla apartado un par de píxeles: Qvwm lo hace exactamente igual.

Sin embargo este gestor posee otras características más tradicionales de los entornos gráficos de Unix. Porque Windows 95 jamás contó con un escritorio virtual y un pager para recorrerlo, vaya. Ni con colocación inteligente de las ventanas. Ni diferentes modelos de enfoque para elegir —aunque en su configuración por defecto Qvwm emplea el mismo, clicar en las ventanas para enfocarlas y traerlas a primer plano—.

Al igual que en Windows, uno puede colocar iconos en el escritorio para lanzar aplicaciones, y arrastrarlos de aquí para allá; no obstante, la implementación de esta idea en Qvwm resulta más limitada, cosa que explicaré después. Existe asimismo, junto al reloj de la barra de tareas, algo remotamente parecido a una bandeja del sistema; en la práctica, se trata de un área específica para contener pequeños accesorios —aquí llamados «indicadores»— en cuadraditos de 16 píxeles. Y, por supuesto, tampoco podía faltar el mítico menú de inicio, así como otros contextuales que aparecen al clicar con el botón derecho sobre los elementos de la interfaz.

En cambio, el método de configuración de Qvwm, al menos si deseáis que los ajustes que hagáis sean permanentes, seguramente provocaría sudores fríos a la mayoría de usuarios de Windows: sí, los clásicos archivos de texto ocultos en el directorio raíz del usuario, empleando esta vez una sintaxis que parece un tanto inspirada en FVWM. De ellos, el imprescindible es ~/.qvwmrc, aunque éste suele invocar a otro —~/.qvwm-theme o similar— para las opciones estéticas. Con el código fuente de Qvwm vienen incluidos varios ejemplos.

¿Más cosas? Sólo una curiosidad: Qvwm incluye un reducido surtido de iconos, sacado de Windows, para utilizar en menús y demás. Aunque a alguien se le ocurrió modificarlos para que no sean idénticos a los originales —simplemente están invertidos horizontalmente—, dudo que, llegado el caso, esto le hubiese permitido al proyecto escaquearse en un hipotético pleito por infracción de derechos de autor. La gente de Debian también lo entendió así, por lo que se limitaron a distribuir el gestor sin estos iconos.

Primeras impresiones


Captura de Qvwm

Aquí ya tenía una configuración más a mi gusto, con cosas útiles en el menú de inicio y un programita para cambiar el idioma del teclado —Wmxkb— entre los indicadores de la barra de tareas.


¡Hola de nuevo, Windows 95! Aunque nunca me gustaste realmente, con el tiempo te cogí cariño. Un amor azul, como el mar azul, como tu pantalla de error azul... En fin, Qvwm da a grandes rasgos lo que promete.

Miré dentro del subdirectorio rc del código fuente, y de ahí copié para mi propio uso un par de los archivos de configuración de ejemplo —hay bastantes, pero yo escogí los que sonaban menos emocionantes: system.qvwmrc para las opciones generales, y default.qvwm-theme para la estética—. Y, sin tocar nada más, ansioso por ver el gestor en funcionamiento, lo puse a andar. Total, ya tendría tiempo más adelante para ir ajustándolo a mis gustos.

Por eso me encontré un escritorio de color azul sólido, con una serie de iconos alineados en el borde izquierdo de la pantalla. Iconos deliciosamente obsoletos, por cierto. Porque, ¿cuando fue la última vez que usasteis Netscape Navigator? ¿O el editor gráfico XV —aunque yo puedo afirmar, hoy en 2012, que lo tengo instalado—? Claro, Kenichi Kourai escribió las configuraciones de ejemplo probablemente a finales de los años noventa, y en aquella época estos programas eran bastante comunes. Si os pica la curiosidad, las versiones más recientes de Qvwm que se publicaron en Sourceforge aluden a una serie de herramientas menos arcaicas.

Lo más gracioso de estos iconos, sin embargo, es el hecho de que ¡están animados! Al autor debió de parecerle divertido, sabe Dios por qué razón; a mí, no tanto. La verdad, me sentí un poco como si hubiese viajado atrás en el tiempo, y me encontrase leyendo alguna de aquellas páginas personales que alojaba la desaparecida Geocities, con sus dibujitos de genios haciendo reverencias, cartas que vuelan dentro de buzones, y cartelitos de obras —sí, yo también tomé parte en aquello; éramos jóvenes y carecíamos del menor asomo de buen gusto—. Quiero decir, estas animaciones distraen y ni siquiera son bonitas. Así que lo primero que hice con Qvwm fue desactivarlas.

Por lo demás, poco que añadir aquí. Me sorprendió un poco lo pulido que parece el gestor: a pesar de algún fallo ocasional y de escasa relevancia —de vez en cuando, la opción de reiniciar Qvwm causa una interrupción y cierra abruptamente la sesión gráfica—, funciona de forma estable y sin abusar de los recursos del ordenador. Claro, también debo aclarar que, después de la agresión visual de esos iconos animados, mis expectativas eran bastante reducidas.

Usando Qvwm

Como ya he explicado es muy fiel a la interfaz de Windows 95/98, al menos en la superficie; si ésta os agrada, perfecto, si no... Yo opino que se trata del escritorio más usable que ha elaborado Microsoft: simple, discreto y con un funcionamiento fácil de comprender. Windows XP introdujo alguna mejora, pero a cambio lo travistió con colores chillones; y Windows Vista y 7 siguen resultando feos, si bien de un modo más rebuscado, porque hoy en día sin transparencias, cosas que relucen y bordes redondeados por lo visto no eres nadie.


Captura de Qvwm

En efecto, visualmente Qvwm se parece mucho a Windows 95, y más si se prescinde de los escritorios virtuales. Entre los indicadores, qvwm-net y Wmhdplop.


Lo primero que hice... Ah, no, esperad, que eso fue desactivar los horribles iconos animados. Lo segundo que hice..., fue sumergirme en mi archivo ~/.qvwmrc y comenzar a efectuar cambios, preparar mi menú de aplicaciones y demás —Xeyes, Mosaic y Netscape no me sirven de mucho, la verdad—. No resulta difícil hacerlo, porque el fichero posee una sintaxis bastante obvia y además se halla bien explicado. Eso sí, este método de configuración rompe ligeramente el encanto: no resulta muy propio de Windows, sino que sigue al pie de la letra la tradición de Unix. Lo gracioso es que, aunque uno puede cambiar ciertos detalles como lo hacía en Windows —arrastrar la barra de tareas a una nueva ubicación, por ejemplo—, ello sólo afectará a la sesión de trabajo actual; los ajustes permanentes deben efectuarse editando a mano los archivos ~/.qvwmrc o ~/.qvwm-theme, según corresponda.

Al principio se me ocurrió preparar un entorno lo más similar posible al viejo Windows 98, fondo de pantalla nostálgico incluido. Basta con desactivar el escritorio virtual y el pager para obtener una réplica casi exacta. Para redondear el experimento descargué de Internet más iconos con el mismo estilo visual que los antiguos de Microsoft, e incluso modifiqué alguno por mi cuenta. Y el resultado me dejó satisfecho: a ojos inexpertos podría pasar por una especie de edición pirata de Windows, por lo menos hasta que uno abre el explorador de archivos y descubre a ROX Filer en el lugar de Explorer.

De todas formas, me siento más cómodo con algunas características clásicas de los entornos gráficos de Unix: esto incluye escritorios virtuales, el paginador como mal necesario, y que el foco siga al ratón. Y en esta faceta Qvwm también cumple, si bien resulta un poco más limitado que otras alternativas como FVWM. Con todo, es más flexible de lo que yo esperaba. Uno puede desviarse en cierta medida del «canon» de Windows 95, por expresarlo así, y hacer las cosas a su manera: como muestra, ¿por qué no reorganizar drásticamente los menús, haciendo que el de aplicaciones aparezca al clicar sobre el escritorio, como en Fluxbox? Sí, es posible.

Me queda hablar de los «indicadores» de la barra de tareas, que ocupan una zona reducida justo a la izquierda del reloj. En Windows 98 esto era una «bandeja del sistema» o área de notificaciones, y solía contener pequeños accesorios: medidores de carga de la batería para ordenadores portátiles, monitores de actividad de la red, esas cosas —aunque muchos programas insistían en dejar ahí un iconito sin una buena razón para ello—. Qvwm pretendía más o menos lo mismo. Sin embargo, no incluye una bandeja del sistema de verdad, porque los protocolos necesarios —los de KDE, Freedesktop, etc— para implementarla en las interfaces gráficas de Unix no se popularizaron hasta años después; esto significa que las aplicaciones que recurren a ellos para usar esa funcionalidad —Opera, Pidgin...— no aparecerán en la «zona de indicadores» de Qvwm. En cambio, en ella podéis ejecutar cualquier casi cualquier cosa..., que, confinada en un recuadro de 16 píxeles, siga siendo útil; en las capturas de pantalla doy algunos ejemplos.

Opciones de personalización

Son numerosas, más de lo que yo suponía en un primer momento. Qvwm ofrece distintos modelos de enfoque, un completo sistema de atajos de teclado, e incluso opciones más atípicas como superponer imágenes al fondo del escritorio o especificar qué controles aparecerán en ciertas ventanas. También es posible cambiar los colores de la interfaz, aunque a mí no se me ocurrió hacerlo. Y, por supuesto, configurar qué programas deseáis ejecutar como «indicadores», o cuáles queréis accesibles mediante iconos en el escritorio.

Todas ellas se definen editando los archivos de texto oportunos: normalmente ~/.qvwmrc y ~/.qvwm-theme. Los cambios que efectuéis con la propia interfaz —arrastrar la barra de tareas o los iconos del escritorio— sólo tendrán efecto durante la sesión actual.

Documentación


Captura de Qvwm

Fondo de escritorio conmemorativo, sobre el cual dejé sólo dos iconos para ejecutar mis aplicaciones más imprescindibles. También podéis echar un vistazo al menú contextual de la barra de tareas.


Bastante buena. Qvwm cuenta con una extensa página de manual, y un amplio surtido de configuraciones de ejemplo que podéis modificar a vuestro gusto.

Aciertos

Inconvenientes

Conclusión

Pues hasta aquí mi análisis de Qvwm, el gestor de ventanas que promete convertir vuestro escritorio de Linux en Windows 95. Me ha parecido sorprendentemente bueno en ello.

Sin embargo para que la semejanza sea completa le faltó algo: configuración gráfica mediante cuadros de diálogo. Esto se me antoja importante para un proyecto que pretendía, en su momento, recoger a los refugiados de Microsoft que quisiesen probar Linux. Y no es que editar a mano archivos como ~/.qvwmrc resulte especialmente difícil, sobre todo si —como ocurre aquí— se hallan bien comentados, explican para qué sirve cada opción y además se incluyen ejemplos; pero dudo que esos míticos usuarios de Windows a los que se deseaba atraer se sintieran cómodos haciéndolo.

De todas formas, la idea de imitar a Windows para «robarle» usuarios siempre se me antojó un poco ridícula. Porque si deseas algo que tenga el aspecto de Windows y se maneje igual que Windows..., probablemente quieres Windows. ¿Por qué preferir las copias al original?

Anexo: Blanes 2000 (BLWM)

Al principio de este artículo he mencionado a BLWM —su nombre oficial es Blanes 2000—. Éste consiste en una réplica de Qvwm creada en Brasil por un tal Luiz Blanes, y cuya última versión publicada —la 1.0.4— data de abril de 2002. Su existencia supongo que demuestra que Qvwm logró cierto seguimiento en su época. De nuevo, The Internet Archive guarda una copia de su antiguo sitio oficial , aunque parece que el autor siguió trabajando en clones del escritorio de Windows unos años más.

Tengo poco que decir sobre BLWM, en realidad: se trata de Qvwm con el manual traducido al portugués, una variante del logotipo de Windows 95/98 con la bandera de Brasil, y algunos cambios menores en su configuración. No hay otras novedades. En funcionalidad resulta, pues, idéntico, y lo explicado en este artículo también se aplica a él.

El código es viejo pero puede compilarse con GCC 4.6.4. La dificultad que encontré es que para los pasos previos a la compilación (conseguir un fichero configure y los Makefiles correspondientes) se requieren versiones antiguas de Autoconf y Automake. Pero vaya, misión cumplida...

Galería de imágenes

Más imágenes de Qvwm, y de propina una de Blanes 2000:

Captura de Qvwm

Pocas cosas recuerdan tanto a Windows como este fondo de escritorio de colinas verdes, bautizado en su momento como «Bliss». Muy conocido desde los días de Windows XP.

Captura de Blanes 2000

Y esto es Blanes 2000. Indistinguible de Qvwm salvo si uno mira con lupa los pequeños detalles.

Captura de Qvwm

El clásico diálogo de confirmación para terminar sesiones, detalle también muy propio de Microsoft.

Captura de Qvwm

Qvwm corriendo en FreeBSD, con una configuración un poco más moderna que la original —Firefox en lugar de Netscape, esas cositas—. (La captura no es mía: fuente ).

Captura de Qvwm

Una sesión concurrida que se reparte por varios escritorios virtuales. Me gusta, ya de paso, cómo el pager destaca en color rojo la ventana enfocada.

Captura de Qvwm

Qvwm, sí, con el menú de inicio desplegado... Pero también una máquina virtual en QEMU con Windows 95, el auténtico. Podéis apreciar así hasta qué punto se asemejan los dos.

Captura de Qvwm

Lo único novedoso que muestra esta imagen es la barra de tareas colocada, para variar, en el borde superior del escritorio. (La captura no es mía: fuente ).

Captura de Qvwm

Presionando [Alt] y el tabulador aparece, como en Windows, este cuadrito con iconos para traer a primer plano alguna de las ventanas abiertas.

 

Artículo escrito en diciembre de 2012.
Anexo de abril de 2014.
Revisado en noviembre de 2017.


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