• WM

Versión analizada

La incluida en el paquete de extras de la tercera revisión del X Window System (X11R3) , que data de octubre de 1988.

Estado actual

WM no se concibió para el público mayoritario, y dudo que en su época lograse algo más que la atención de unos pocos usuarios curiosos. Ahora, casi treinta años después, duerme totalmente olvidado. Salvo por este artículo, claro.

Características resumidas

Esc. Virtuales Menús Iconos Temas Dockapps At. de teclado Barra de tareas
No No No No No No

Descripción


Captura de WM

Mi primer vistazo a WM. Fondo de escritorio abstracto, la página de manual del gestor expuesta en la terminal. Abajo, a la izquierda, dos ventanas minimizadas.


Después de haber hablado en otros artículos de Twm, de Uwm y su pequeña familia, y del Siemens RTL Tiled Window Manager, ya no esperaba regresar a la década de 1980: creía cubiertos todos los gestores de ventanas de aquellos años, al menos los capaces de funcionar en mi Linux de 2009. Sin embargo resulta que pasé por alto éste, llamado simplemente WM, y también más antiguo que un estromatolito. Su desarrollo corrió paralelo al de las primeras ediciones de la rama 11 del X Window System, entre 1985 y 1988. El manual lo presenta así:

«WM es un gestor de ventanas superpuestas muy primitivo para X11. Fue creado como ayuda para la depuración del servidor X11; no sugerimos que la interfaz de usuario presentada aquí sea deseable, y no sugerimos que intentes emplear este programa de forma rutinaria».

En resumidas cuentas, no iba dirigido al sufrido usuario de a pie. Los autores, Hania Gajewska y Dave Rosenthal, formaban parte del equipo entonces responsable del X Window System; y probablemente concibieron WM como una demostración de las posibilidades prácticas de aquél.

Paso ahora a describir WM, aunque no temáis, terminaré pronto: se trata de un gestor muy minimalista, comparable quizás a Karmen o Lwm aunque dos décadas más viejo, y por tanto con los arcaísmos propios de 1985. Cada ventana aparece decorada con su título y tres controles: en la esquina izquierda, los de alterar su posición en la pila y minimizar, y a la derecha otro para cambiar sus dimensiones. Minimizar significa convertir la ventana deseada en un icono en el escritorio, que el usuario puede luego colocar dónde quiera. Y el movimiento de ventanas e iconos es transparente: quiero decir, durante la operación sólo se muestra su contorno, y los contenidos sólo se dibujan una vez depositado el objeto en cuestión en su nueva ubicación.

Y esto sería todo. De verdad.

Porque no hay ficheros de configuración ni opciones que considerar. No existe ningún tipo de menús, ni la posibilidad de usar atajos de teclado o escritorios virtuales. Y por supuesto olvidaos de paneles, barras de tareas y otras fruslerías decadentes del siglo XXI.

Instalación

Compilar el código fuente WM fue más fácil de lo que esperaba. Claro que mi caso igual resulta un poco peculiar: yo tengo instaladas varias versiones obsoletas de GCC —la 3.4.6, la 3.3 y la 2.95— con el propósito exclusivo de trastear con este tipo de reliquias.


Captura de WM

Una sesión más concurrida. Hay programas minimizados a la izquierda, arriba, y también en el extremo inferior. Vim define una imagen como icono, que se muestra en su etiqueta en lugar del nombre de su ventana: pero éste se sigue utilizando para calcular el tamaño de dicha etiqueta, de ahí que la imagen se repita horizontalmente.


El caso es que en mi sistema —Glibc 2.5, edición 7.2 del X Window System— pude preparar mi ejecutable del gestor usando la serie 3 de GCC: las versiones de la serie 4 dan más problemas. Para ello sólo tuve que borrar un par de líneas en los ficheros errHndlr.c y test.c, las únicas en todo el programa que hacen referencia al elemento «dpy->request».

Primeras impresiones

El párrafo de presentación del manual, ése que he citado arriba, rebajó mucho mis expectativas. ¿Algo que sus creadores calificaban ya en 1988 de «primitivo»? Esperaba encontrar pues poca cosa, algo visualmente tan árido como Uwm —ventanas desnudas, sin decoración—, y con una funcionalidad aún más parca y rudimentaria.

Al menos en el primer punto me equivoqué: el gestor añade a las ventanas un título e iconitos de control. Sí, todo ello dibujado sólo con dos colores —fondo negro y trazo blanco— y formas muy sencillas, al gusto de la época. Porque entonces abundaban los monitores monocromo y la potencia de la estación de trabajo típica no permitía mucho más.

Ahora, el significado de los iconos de las interfaces gráficas no estaba en 1988 tan establecido como ahora, y por ello los autores de WM tomaron algunas decisiones que hoy resultan desconcertantes. El control para minimizar ventanas está representado aquí con una cruz diagonal, un aspa, dibujo que para el resto del mundo sugiere en este contexto «cerrar la aplicación». Y el destinado a alterar el orden de la pila, una flecha doble que apunta arriba y abajo, también me despistó: yo esperaba que sirviese para minimizar... Momentos mágicos de confusión.

Ah, ¡contra todo pronóstico los iconos de las ventanas minimizadas se dibujan a todo color! Aunque con medidas incorrectas, así que no terminan siendo muy bonitos.

Usando WM

Ya he dicho que WM es «muy minimalista». Pero mucho: a su lado, un gestor austero como Blackbox parece un árbol de navidad repleto de adornos, y el venerable Twm el colmo de la sofisticación. Ofrece sólo la funcionalidad imprescindible para encajar en el concepto «interfaz de ventanas»: con ayuda del ratón, el usuario las desplaza por la pantalla, las minimiza convirtiéndolas en iconos, y ajusta su tamaño y lugar en la pila. Nada más. Apenas hace uso del teclado: sólo de la tecla [Mayúsc] para mover iconos por el escritorio. El proyecto más semejante a él que siga vigente en 2016 es, probablemente, el ya mencionado Lwm.


Captura de WM

A la izquierda aparece Xmtoolbar, para ejecutar rápidamente mis aplicaciones más imprescindibles: funciona bien aquí. En primer plano el navegador QupZilla .


Debo advertir, sin embargo, que WM resulta además bastante tosco. Como muestra, todas las nuevas ventanas se abren siempre en la esquina superior izquierda de la pantalla, y queda completamente en manos del usuario ordenarlas en su escritorio de un modo más útil. ¿Mosaicos, colocación inteligente? Ni soñarlo. Tampoco es fácil de complementar con accesorios de terceros —paneles, etc—, puesto que sólo implementa los detalles más básicos del ICCCM. Aunque Dmenu y Xmtoolbar sí funcionan bien.

El tiempo no pasa en balde y WM no ha envejecido bien. Por ello me topé con ciertas limitaciones y errores cotidianos, algunos bastante molestos. Bajo WM resulta imposible arrastrar elementos entre aplicaciones basadas en GTK2 —copiar archivos de una réplica a otra de ROX Filer, por ejemplo—, o escribir vocales acentuadas en el navegador Opera. Otras aplicaciones —Seamonkey, el calendario Plan— experimentaban problemas al mostrar menús o recibir eventos del teclado. En fin, parte de estos fallos los he visto también en otros gestores de la época —recuerdo especialmente Uwm—, así que me inclino a atribuirlos a la inevitable evolución del X Window System y sus mecanismos en los últimos treinta años.

WM carece de escritorios virtuales, y de las funciones de manejo de iconos de Twm. Carece incluso de una forma rápida y cómoda de rescatar ventanas del fondo de la pila; porque no sirve para ello el método corriente de clicar en ellas o sus títulos, hay que hacerlo mediante el control de la doble flechita, un área de unos veinticinco píxeles de lado no siempre fácil de alcanzar. Todo esto desaconseja las sesiones concurridas, con muchas cosas abiertas y tareas simultáneas, que aquí se vuelven engorrosas. De hecho, para hacerme la vida más llevadera sustituí mi terminal habitual —Aterm— por Mrxvt: ésta cuenta con una interfaz de pestañas en la que agrupar todas mis líneas de comandos, que así no quedaban dispersas por tres o cuatro ventanas independientes.

Ah, casi se me olvida... El foco sigue al ratón de un modo estricto, con la siguiente excepción inesperada: el título de una ventana no se considera parte de ella. De modo que si estuvierais escribiendo un texto en Leafpad, como yo ahora, el programa recibiría vuestras pulsaciones de teclas sólo si el puntero del ratón se hallase dentro de su propia interfaz, pero no si ha quedado sobre la decoración que añade WM. Por lo que respecta al funcionamiento interno del X Window System esto posee cierta lógica ; sin embargo, desde el punto de vista del usuario se trata de un comportamiento más bien extraño y caprichoso. Comportamiento que, por supuesto, no he visto ningún otro gestor de ventanas o entorno de escritorio..., bueno, esperad, sí: en HeliWM.

No sé qué más añadir. Veinte días he pasado con WM, así que imagino que es tolerable si estás muy dispuesto a ello. No muy confortable, de todas formas. En su defensa puedo comentar que no falló ni se interrumpió ni una sola vez.

Opciones de personalización


Captura de WM

Otra sesión diferente. ICBM3D destaca en primer plano, y aunque no se trata de un juego que me entusiasme queda vistoso en capturas de pantalla.


Ninguna. En serio, ninguna. Ni siquiera cambiar los colores de la decoración. WM es como es, lo tomas o lo dejas.

Documentación

Aunque en principio no habría mucho que explicar de este gestor, debido a su sencillez, venía con una página de manual sorprendentemente detallada. Adolece de alguna inconsistencia poco relevante, imagino que porque no se actualizó en las últimas etapas de su desarrollo.

Aciertos

Inconvenientes

Conclusión

Hablamos de software antediluviano que ni siquiera se programó para un uso serio, sólo como ejemplo y para comprobar el funcionamiento de versiones antiguas del X Window System. Y complicado de instalar en sistemas modernos. Y además limitado, no hace nada de lo que no sea capaz cualquier gestor de ventanas publicado después de 1990. Quiero decir, no me imagino a nadie queriendo utilizarlo.

Ahora, lo reconozco: el arqueólogo que hay en mí ha disfrutado como un enano desenterrándolo y trasteando con él.

Como nota curiosa, Gajewska se dedica hoy a la cría de perros .

Galería de imágenes

Algunas capturas de pantalla más para completar el artículo:

Captura de WM

Un Tetris, una terminal, iconos en las dos esquinas de la izquierda del escritorio.

Captura de WM

Y así terminaron las aventuras de John Lennon el samurái... Por lo demás, veréis que como terminal uso Mrxvt, muy práctica en WM debido a su interfaz de pestañas.

Captura de WM

Y ahora jugando a Quake... Arriba y a la izquierda se ven los iconos de varias aplicaciones minimizadas, esta vez bien dibujados, con las dimensiones correctas.

Captura de WM

Y bueno, a estas alturas poco queda por enseñar, pero esta imagen me gusta y resume bien la esencia austera de este gestor de ventanas.

Descargas

Si alguien quiere viajar en el tiempo y probar WM, le invito a echar una ojeada a su código fuente y binarios (para Linux). Estos últimos compilados mediante GCC 3.3 y Glibc 2.5; pueden instalarse en el sistema escribiendo en la terminal una orden como «make -f Makefile.install install», con permisos de administrador. Hay dos variantes, una requiere la biblioteca compartida liboldX, la otra —fichero wm.oldX-static— la incluye ya de forma estática.

 

Artículo escrito el 30 de julio de 2016.


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