0.15.0. publicada el 25 de noviembre de 1999.
Desaparecida allá por 2008. Es posible acceder a una réplica almacenada en The Internet Archive.
Ya en su momento se trató de un proyecto discreto y poco conocido, y hoy tiene la misma vigencia y relevancia que los viajes en zepelín o el imperio austrohúngaro. Además no queda rastro de él en Internet.
Esc. Virtuales | Menús | Iconos | Temas | Dockapps | At. de teclado | Barra de tareas |
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No | No | No | Parcial 1 | No | No | No |
1 No hay temas específicos para wmG. Pero el gestor está basado en GTK —concretamente, GTK1—, así que su apariencia varía según el tema de GTK elegido.
Esta captura pretende resumir qué fue wmG: un gestor de ventanas basado en GTK1, pensado para usarse con el primer Gnome —su panel es visible arriba—. A la izquierda se aprecian dos réplicas de su programa de configuración, wmGconf
, con todas las opciones disponibles. El tema de GTK empleado es «BlueIce».
He desenterrado unos curiosos huesos de dinosaurio. ¡Vamos a examinarlos!
El autor, un tal Scott Barnes, trabajó en este proyecto a finales de los años noventa, probablemente durante 1999: no hay en el código fuente ningún fichero con fecha anterior. Según puede leerse en el archivo Manager.C, tomó como base a Wm2. En su página web lo describía tal que así:
«Un gestor de ventanas para X que es minimalista, y diseñado para su uso con Gnome [Gnome 1.x]. Está basado en GTK [GTK1], así que combina con [otros] programas de GTK mejor que cualquier otro gestor de ventanas. Es totalmente compatible con ICCCM y Gnome, y [cuenta con] una compatibilidad parcial con Mwm».
Exacto, Gnome... Pero, como hemos retrocedido a 1999, las versiones imperantes de este entorno de escritorio eran las de la primera rama —Gnome 1.x—, que apenas tienen nada que ver con las actuales. Y empleaban como gestor de ventanas a Sawfish. Ahora bien, Sawfish es bastante complejo, y relativamente pesado y poco amigable para un usuario sin experiencia; y probablemente eso movió a Barnes a escribir wmG.
Porque wmG pretendía ir en la dirección contraria. Simplicidad, escaso consumo de los recursos del sistema; y por supuesto nada de intérpretes de Lisp ni módulos programados en dicho lenguaje. Lo único que se proponía este gestor era eso, manejar ventanas, e integrarse correctamente con las restantes piezas de Gnome 1 —el panel, básicamente—. Nada más. Así que resulta muy básico: no hay temas gráficos para él, no implementa atajos de teclado, carece de menús contextuales, no dibuja iconos para las aplicaciones minimizadas, y sus posibilidades de configuración se limitan a lo imprescindible. El autor informaba en su página de que «los espacios de trabajo [escritorios virtuales] no están implementados», así que parece que ésa es la única característica que él consideraba prioritario añadir.
En wmG las ventanas cuentan con un borde y un título; y en él, en el extremo de la derecha, dos controles para minimizar y cerrar. Nótese que el gestor no incluye barra o menú de tareas, ni contempla ningún otro método para recuperar ventanas minimizadas; obviamente Scott Barnes contaba para ello con el panel de Gnome. No está concebido, pues, para emplearse en solitario.
Un rasgo de wmG que sobresale es... ¡Diálogos gráficos de configuración! Realmente no existen muchos detalles con los que jugar, pero para hacerlo no es necesario editar a mano archivos de texto con sintaxis exóticas. Basta con lanzar la utilidad preparada para ello —comando wmGconf
—, e ir interactuando mediante el ratón con el cuadro de diálogo correspondiente. Esto no es lo habitual en Unix, al menos no entre los gestores de ventanas. De todos modos los partidarios de los viejos métodos siempre podían modificar directamente el fichero ~/.gnome/wmG.
A ver... Decoración basada en GTK1, ventanas flotantes, minimizar y cerrar, una herramienta gráfica de configuración, compatibilidad con Gnome 1... Ausencia de todo lo demás... Vale, no me queda nada que añadir aquí. Sigamos.
Empecé a usar wmG sin ningún panel, lo cual es poco recomendable porque no hay modo de restaurar ventanas minimizadas. Recurrí al principio para eso a Tonk —esquina superior izquierda—, una especie de gestor de iconos al estilo de Twm. En primer plano, la antigua página web del autor del proyecto .
El gestor está escrito en C++ y lleva abandonado dos décadas. Eso prometía muchas dificultades a la hora de compilar el código, pero realmente no ha sido para tanto: si se añade la opción «-fpermissive
» a la línea de comandos de GCC puede procesarse bien. Comprobado con las versiones de 2.95, 3.3, 4.6.4 y 6.4.0 de GCC.
Ahora bien, wmG depende de GTK1 y varias bibliotecas de Gnome —casi con seguridad ediciones antiguas de ellas—. Y eso es harina de otro costal. Quizás GTK1 aún figure a estas alturas en algún repositorio de paquetes nostálgico, pero instalar estas cosas en un sistema actual resulta complicado. Habrá que intentarlo a mano —«configure
, make
, make install
»—, y probablemente fracasar a causa de las incompatibilidades entre el código de 1999 y los sistemas y herramientas de 2019.
¿Qué hice yo? Bueno, mi instalación de Vector Linux es una mezcla muy peculiar de software antiguo y moderno, así que las dependencias de wmG se hallaban ya presentes. Sin embargo mantengo también una máquina virtual con Slackware 8, un sistema operativo que podríamos fechar más o menos en 2002..., y que por ello es ideal para compilar reliquias. De modo que visité este viejo repositorio de código , descargué con paciencia las piezas necesarias de Gnome 1, y con más paciencia todavía las fui instalando bajo el directorio /opt/programas/gnome1 del sistema emulado. Y cuando ya lo tuve todo preparado, copié todo el conjunto —wmG, el panel y algunos accesorios de Gnome 1, las bibliotecas imprescindibles— a mi Linux habitual.
Sí, puede hacerse. No me imagino a nadie tomándose tantas molestias, pero puede hacerse.
Para mi sesión inaugural de wmG todavía no había instalado ningún componente de Gnome 1. Compilé el gestor y me dispuse a probarlo sin más preámbulos, en solitario.
Pronto me di cuenta del problema: ¡podía minimizar ventanas, pero no recuperarlas! La solución obvia era recurrir a algún panel independiente con barra de tareas. Existe un puñado entre los que escoger —Fbpanel, Bmpanel, PerlPanel , etc—, mas wmG es tan viejo que no interactúa correctamente con la mayoría de ellos. Al final me quedé con un accesorio llamado Tonk, una mezcla entre menú fijo de aplicaciones y gestor de iconos que encontré hace años en algún rincón olvidado de Internet: rudimentario, pero sirve.
El gestor está basado en GTK1 pero dibuja una decoración muy simple: véanse los títulos de las ventanas. Tonk me sirve para el manejo general de la sesión y ejecutar algunas cosas útiles. Mantuve este escritorio tan austero unos pocos días.
En efecto, wmG es muy básico y ya en su aspecto se aprecia. Los controles de minimizar y cerrar son dos cuadraditos de color plano, sin ningún símbolo que identifique su función. En la configuración por defecto resultaban demasiado pequeñitos para mi gusto, me costaba clicar en ellos con el puntero del ratón. De modo que uno de las primeros ajustes que hice fue precisamente cambiar su tamaño —se establece en relación con el grosor del título de las ventanas—.
¿Ajustes? Eh, el diálogo de configuración fue una agradable sorpresa. Simple, directo, práctico: me gusta. Eso sí, hay que reiniciar wmG para que los cambios surtan efecto.
Bueno, la suma de wmG, Tonk —para restaurar ventanas minimizadas y ejecutar cosas— y un reloj, da como resultado un entorno de trabajo muy austero y un tanto tosco. Parece que podré sobrevivir así, aunque no resulte exactamente cómodo.
Como ya he dicho arriba, este gestor de ventanas se concibió para su empleo con Gnome 1, quizás como una alternativa simple y liviana al entonces vigente Sawfish. De modo que, ¿por qué no probarlo en su cometido original? Así será posible valorarlo de forma más completa...
(Varios días compilando, a ratos, viejas piezas de Gnome en mi máquina virtual. El proceso ya lo he explicado antes. Y termina con la infraestructura básica de Gnome 1.4.1 instalada en mi Linux habitual).
Vale, wmG carece de escritorios virtuales. Minimizar ventanas resulta, pues, una necesidad. Y como el gestor tampoco incluye un menú de tareas o un panel para recuperarlas, hay que buscar esas herramientas fuera. Por supuesto la elección idónea es el panel del primer Gnome; su barra de tareas permite tanto minimizar como restaurar ventanas y traerlas a lo alto de la pila, clicando sobre sus etiquetas. Otras opciones muy adecuadas serían Fspanel y Ltpanel. Las demás alternativas útiles que he probado —Tonk y, procedentes de una versión antigua de Aewm, Gtk-palette y Xaw-palette— sólo permiten enfocar ventanas y elevarlas a primer plano. De modo que lo repetiré: wmG se apoya en Gnome 1 y ésa es la solución óptima, y sin él hay que inventarse apaños, algunos bastante funcionales —Fspanel—, y otros más bien chapuceros —Tonk—.
Una estética diferente basada en el tema de GTK1 «Ganymede», muy del gusto de los primeros años 2000. El panel de Gnome está arriba y facilita mucho el trabajo con wmG; por cierto, a dicho panel se le podía agregar una mascota que dijera cosas, y yo naturalmente escogí a Schopenhauer. También son visibles otros accesorios antiguos de Gnome.
Tampoco hay atajos de teclado, ni siquiera algo tan socorrido como pulsar [Alt] + [Tab] para saltar de una ventana a otra: el ratón es obligatorio aquí para todo. Cabría recurrir a Xbindkeys para mitigar un poquito este inconveniente, porque permite definir combinaciones de teclas para ejecutar comandos o lanzar aplicaciones. No obstante, utilizar el teclado para manejar las ventanas seguiría estando descartado.
Al desplazarse, las ventanas se ciñen a los bordes del escritorio. De hecho resulta imposible sacarlas fuera, aunque sea parcialmente: quedan por fuerza confinadas al espacio de la pantalla. Creo que esto me gusta, porque tampoco se me ocurre ninguna razón para deslizar ventanas más allá de los límites del escritorio. Muy pocos gestores implementan esta restricción de una forma tan estricta como wmG.
Una característica que descubrí por casualidad: clicar con el botón central del ratón en el título de una ventana la hace ligeramente más grande. Desconozco los detalles de esta operación, no sé cómo se calculan sus nuevas medidas ni de qué depende la magnitud de ese aumento de tamaño. Es lo más parecido a maximizar una ventana que ofrece este gestor; y en el código fuente —archivo Buttons.C— la función correspondiente se denomina precisamente así. No le he sacado mucho partido, encuentro más práctico redimensionar ventanas arrastrando sus extremos con el ratón.
Aunque en wmG esta operación no resulta exactamente cómoda. No existe ningún elemento de la interfaz destinado a ello que sea fácil de alcanzar. Para cambiar el tamaño de una ventana hay que arrastrar alguno de sus bordes, y en la configuración por defecto éstos son muy discretos y hace falta precisión. Lo peor, sin embargo, está en que el puntero del ratón no cambia de aspecto cuando se encuentra dentro de dichos bordes, y esto priva al usuario de una valiosa ayuda visual.
Diré además que encontré a wmG bastante inestable. El gestor se interrumpe al abrirse ciertas ventanas: diálogos de «guardar archivo» del navegador Seamonkey, aplicaciones basadas en la biblioteca SDL —Qemu, DOSBox, PrBoom, etc—; y con él, si no se han tomado precauciones al lanzarlo desde ~/.xinitrc, toda la sesión gráfica. Tanto es así que yo decidí invocarlo de la siguiente manera:
while true; do (ps aux | grep -v "grep\|wmGconf" | grep "wmG") > /dev/null \ || (sleep 5; exec wmG &) sleep 10 done
Básicamente cada diez segundos se comprueba si wmG está en ejecución, y en caso contrario se inicia una nueva réplica. La sesión gráfica puede asociarse a una terminal o un reloj, para que no se cierre cuando el gestor falle.
Esta inestabilidad descartaría a wmG para un uso serio, pero... Bueno, estamos hablando de una reliquia de la informática muy difícil de obtener, y que depende de software obsoleto: nadie lo va a instalar como entorno de trabajo cotidiano, aunque funcionase con la fiabilidad de un Renault 4 .
La apariencia de la decoración de wmG también se basa parcialmente en el tema de GTK escogido, y con «Ganymede» esto se aprecia bastante bien. Y con cada clic de ratón en su cara, Schopenhauer sigue diciendo cosas.
El autor parece que meditó bastante este aspecto de wmG. Son sólo las más fundamentales, y las justas para llenar un sencillo cuadro de diálogo: modelo de enfoque, elevar automáticamente las ventanas que reciben el foco o no, y algunos ajustes estéticos.
El aspecto de los títulos de las ventanas depende del tema de GTK1 empleado, y para cambiarlo puede usarse alguna utilidad como Switch , o las opciones del propio panel de Gnome.
Vaya, absolutamente ninguna.
Nadie va a usar wmG actualmente. Lleva acumulando polvo desde 1999 y hoy, veinte años después, ni siquiera resulta fácil de instalar. Este artículo, pues, es el equivalente en informática a un texto sobre el desarrollo de la escultura de ushebtis durante el reinado del faraón Shepseskaf. ¡Sin embargo, una parte de mis lectores viene aquí buscando precisamente esto!
Unas pocas capturas de pantalla más con wmG en acción, dado que apenas existen en Internet:
![]() Y éste es el tema de GTK «E13», que por el nombre y el estilo deduzco que fue creado en su día para usarse con Enlightenment. Botones verdes de wmG a juego. En ese momento estaba escribiendo esta página web. |
![]() Gnome muestra información sobre mi sistema operativo. Al lado, el visor de imágenes Danpei |
![]() Este otro tema de GTK se llama «Yellow» y es tan suave y sutil como una sirena de fábrica. Como experimento, prescindí de la barra de tareas de Gnome y usé en su lugar el panel que incluía Aewm —borde inferior, basado también en GTK—. |
![]() Y ahora otra estética distinta, «c2h8-Smoke», con un fondo de escritorio en consonancia y algunas aplicaciones viejas —X Windows Finder |
![]() Nada nuevo que mostrar. En esta configuración dividí el panel de Gnome en dos partes, sitas en las dos esquinas superiores del monitor, pero sólo por lucirme, no había ninguna razón práctica para ello. |
![]() El gestor utilizado sin ningún añadido luce tal que así. Repito que sin una barra de tareas o similar, minimizar ventanas es una acción irreversible. |
![]() Así presentaba Scott Barnes su trabajo, allá por 1999. (La captura no es mía, procede de la antigua página oficial de wmG |
![]() Una vez comprobé que wmG por sí mismo no hace gran cosa, procedí a instalar Gnome 1.4.1, como ya se ha explicado en el artículo. Aquí estoy ocupado con ello, en Slackware 8 corriendo en una máquina virtual —en segundo plano, Qemu |
Si hay alguien interesado en echarle un vistazo a este gestor de ventanas, aquí lo tiene. Como ya se ha explicado no resulta muy útil sin los componentes esenciales de Gnome 1, los cuales por razones de espacio no puedo colocar aquí: el entorno completo se encuentra, sin embargo, disponible en este antiguo repositorio .